Why I Love My Church… | Por qué amo a mi Iglesia …
Pati Smith

When I go to church, I see my family, my brothers and sisters in Christ.  I see my current and past Community Group sisters; those women I told my hurts, joys, mistakes and misgivings to.  I remember how we prayed for and with each other; how we pointed each other back to the Bible, an ancient, yet always relevant text; how we reminded each other of our lifelong commitment to follow Jesus Christ, no matter how tough things may get.  I remember how we walked each other through relationships, promotions, career changes, births and deaths. 
Church is so much more than a couple of songs and a sermon on Sunday.  I love our pastor’s and elder’s sermons, but it’s more than that.  It’s a place to laugh, to remember, to grieve, to be reminded of joy and hope, to focus on the crucifixion and what lead up to it.  It’s also a place to remember the resurrection, and to remember Jesus knows what it’s like to greatly suffer and He knows what it’s like to heal. 
Church is a place to live life together with other people while we grow and change, and where we’re challenged as we watch our world changing before our very eyes. It’s a place where we don’t have to hide our feelings when we’re sad or angry, or when we want to panic or run.  We can be real, be ourselves.
It’s a safe place where we can be honest when we’re afraid or unsure or uncomfortable. I can go to my church to talk things out without fear of ridicule or distain.  No, church will never be perfect, because its people aren’t perfect, but it can be healthy in its imperfection as we grow and change together, and be what Jesus intended for us.  
And I can be who Jesus intended me to be.  I’m slowly and painfully learning that as I step out of my comfort zone and do hard things.  THAT’S when I grow the most.
So as my church grows and changes, I’ll do my best not to fear.  I’ll trust that God has a bigger plan here that we can’t even imagine, that someday I’ll look back on this and say, “See God had a plan all along.”  Believing this, has put joy in my heart.❤️
I urge you, even in these scary times to show up at church, in person, and be together with your Church, and to get yourself hooked into a Community Group.  I need you, and you need me.  We NEED each other, especially now in these trying times.


Cuando voy a la iglesia, veo a mi familia, a mis hermanos y hermanas en Cristo. Veo a mis hermanas de mi Grupo Pequeño actual y las de grupos anteriores; esas mujeres a las que les he contado mis heridas, alegrías, errores y recelos. Recuerdo cómo oramos por y con los demás; cómo nos dirigíamos a la Biblia, un texto antiguo pero siempre relevante; cómo nos recordamos mutuamente nuestro compromiso de vida de seguir a Jesucristo, sin importar cuán difíciles se pongan las cosas. Recuerdo cómo nos acompañamos a través de relaciones, promociones, cambios de carrera, nacimientos y muertes.

La iglesia es mucho más que un par de canciones y un sermón el domingo. Me encantan los sermones de nuestros pastores y ancianos, pero son más que eso. Es un lugar para reír, recordar, llorar, recordar la alegría y la esperanza, para concentrarse en la crucifixión y lo que la condujo. También es un lugar para recordar la resurrección y para recordar que Jesús sabe lo que es sufrir mucho y Él sabe lo que es sanar.

La iglesia es un lugar para vivir la vida junto con otras personas mientras crecemos y cambiamos, y donde nos vemos desafiados al ver cómo nuestro mundo cambia ante nuestros propios ojos. Es un lugar donde no tenemos que ocultar nuestros sentimientos cuando estamos tristes o enojados, o cuando queremos entrar en pánico o correr. Podemos ser reales, ser nosotros mismos.

Es un lugar seguro donde podemos ser honestos cuando tenemos miedo, cuando no estemos seguros o cuando nos sentimos incómodos. Puedo ir a mi iglesia a hablar sin miedo al ridículo o al desprecio. No, la iglesia nunca será perfecta, porque su gente no es perfecta, pero puede ser saludable en su imperfección a medida que crecemos y cambiamos juntos, y ser lo que Jesús quiso para nosotros.

Y puedo ser quien Jesús quiso que fuera. Estoy aprendiendo eso lenta y dolorosamente a medida que salgo de mi zona de confort y hago cosas difíciles. Ahí es cuando más crezco.

Entonces, a medida que mi iglesia crece y cambia, haré todo lo posible para no temer. Confiaré en que Dios tiene un plan mucho más grande aquí, uno que ni siquiera podemos imaginar, que algún día miraré hacia atrás y diré: “Mira, Dios tenía un plan desde el principio”. Creer esto, ha puesto alegría en mi corazón.

Les insto, incluso en estos tiempos de miedo, a que se presente en la iglesia, en persona, y esté junto con su Iglesia, y sea parte de un grupo pequeño. Te necesito y tu me necesitas. Nos NECESITAMOS unos a otros, especialmente ahora en estos tiempos difíciles.